Tócala otra vez, Sam

Cada vez que se encontraba empantanado, Kepler desplegaba una ráfaga de analogías. No solo la luz, remeros, calor, olor, sino también lentes ópticas, balanzas, imanes, oradores ante un público y muchas más. Analizaba exhaustivamente cada una y cada vez alumbraba nuevas preguntas.

                          Amplitud – David Epstein

El experto en sistémica es un todoterreno, casi un filósofo o un filósofo con todas las de la ley.

Mario Bunge – Ontología II: Un mundo de sistemas

Si tuviese que elegir una única cosa que transmitir a mis opositoras, si de entre todas las horas de tutorías se han de llevar algo de mí, que sea la capacidad de pensar en sistemas y procesos. Los principios de aprendizaje y las técnicas de estudio se asimilan en horas, pero este y otros tipos de habilidades, como los que listo a continuación, llevan toda una vida el adquirirlas.

  1. Ser activo. Saberse capaz de emprender nuevas rutas, de tomar decisiones e indagar y alimentar los intereses propios. Sólo sé una forma para pasar de ser un Ser pasivo a un Ser activo: poner en cuarentena todo lo que me es ajeno (opiniones heredadas, instituciones, prejuicios sin base experiencial).
  2. Habilidad metacognitiva / Autoconocimiento. Rendir al máximo nivel en un ámbito sin saber los procesos que te catapultaron a este es andar la mitad del camino. No sabrás repetirlo en otro ámbito ni podrás mostrarlo a nadie con interés de aprenderlo.
  3. Alinear motivación, acción y contexto. Cuando se produce este alineamiento se descubren formas de actuar de forma natural, sin necesidad de que pagues un curso, o que leas en un libro, acerca de cómo entablar una conversación con tu paciente o cómo usar metáforas con ellos (¡que tengamos que validar científicamente el uso de estas!). Actuar sin él, es lo más parecido a ser un autómata a merced de la opinión de los demás o de sus caprichos poco articulados. Zombies visionando películas de zombies, sonámbulos queriendo guiar al prójimo.
  4. Generar sistemas autocorrectivos. La bailarina sin espejo queda huérfana de noción de progreso, de análisis de sus fallas y su autoconcepto se asemejará a una madeja cognitivo-afectiva a la que bautizará con uno de sus pocos constructos a mano: «siempre he sido insegura».
  5. Uso de tu propio lenguaje (versus voces limitantes, ajenas). Inmersa entre tanta opinión, de la mayoría que, por definición, es iletrada y vulgar, queda vuestra voz enterrada entre las filias y las fobias del prójimo (el cual sabe perfectamente lo que te conviene, pudiendo ser él mismo un despojo de vicio e incultura).
  6. Afrontamiento de problemas abiertos. Es posible pasar por el periplo formativo estudiante-residente-facultativo sin haber afrontado jamás un problema abierto.
  7. Creencias dinámicas sobre el cambio. Poco más limitante que el tener como creencias básicas sobre la naturaleza humana el rasgo, el tipo, el coeficiente intelectual, el estilo cognitivo y, no digamos ya, el trastorno y la enfermedad.

     Quien haya alimentado algunos o la mayoría de estos aspectos estará equipado para afrontar cualquier proyecto vital que requiera aprendizaje (¿todos?). También le situará en una posición excepcional respecto de sus conciudadanos, y sobre el mirar desde allí tengo mucho que decir, pero pocas ganas de hacerlo público. Los que no atiendan esas dimensiones se concebirán a sí mismos y a los demás como seres acabados, limitados por sus rasgos de personalidad, su origen o su inteligencia, y cincelados por todo tipo de factores externos, salvo por su propia voluntad. Por cierto, he visto finiquitar el tema del libre albedrío en Twitter a razón de cursos de 10 horas; debo estar perdiendo el tiempo. Si alguien busca culpables, búsquense en los adoradores de la Educación moderna, en la que ven la solución política total, pero especialmente búscase en uno mismo —ya somos mayorcitos—.

     Insisto, no es un problema técnico el que suele atormentar a la opositora, es un problema de autonomía e individuación, a falta de un mejor nombre. De la misma forma que mi principal papel a la hora de atender a madres es el de quitarles obstáculos para que re-nazca su instinto materno (que sabe más que yo, desde luego), asimismo procedo con la estudiante. Por todas las vías que me son posibles, la escrita también cuenta, intento subsanar el daño hecho por tantos años de «formación académica» (incluida la del detestable y odioso Mundo PIR).

Estas son algunas de las verbalizaciones y creencias implícitas que dan cuenta una larga y penetrante mala educación, y a la que la modernidad llama “baja autoestima”:

  • No se me da bien crear imágenes mentales.
  • Nunca he sido buena con la tecnología (o los ordenadores; o con el Excel).
  • No tengo muy buena memoria.
  • Se me da mal resumir. No sé resumir.
  • No sé organizarme (nunca he tenido que hacerlo).
  • No sé exactamente en qué podría mejorar el estudio.
  • No recuerdo cómo lo hice.
  • ¿Crees que es buena idea ampliar?
  • He escuchado en un grupo que uno que aprobó hacía 100 preguntas al día.

(las siguientes son más bien implícitas)

  • Debo saber estudiar, puesto que tengo varias carreras y una muy buena media. Me temo que no es así.
  • No confío mucho en esto de que pueda memorizar literalmente definiciones, o en saber leer más rápido; nunca me he visto mejorando en estas habilidades.
  • El horario es cosas de escolares.
  • La planificación es cosas de obsesivos, a mí me gusta fluir.
  • No tengo muy claro en qué consiste en trabajo de un Psicólogo clínico, me expongo a información basura en grupos de Telegram, WhatsApp, en lugar de pedir consejo sobre libros maravillosos.
  • Si las Academias dicen esto será lo que habrá que hacer —como hice durante el Grado y el Máster—.

Evocaciones orgánicas

Decía lo mucho que valoro el sistemismo[1], y añado ahora que una de mis aspiraciones como mentor es la de conseguir que el acompañado se acabe acompañando a sí mismo. El pensamiento analógico es un subtipo de pensamiento sistémico que consiste en reconocer conceptos similares en distintos dominios o escenarios que no parecen, en principio, tener mucho en común. Algunas personas tienden, de forma natural, a pensar en estos términos, pero tengo claro que puede enriquecerse. Yo fui picado por ese bicho desde muy pequeño y ya no puedo hacer prácticamente nada sin aplicarlo instantáneamente a 2 o 3 ámbitos diferentes. Aún recuerdo cómo se rio de mí una amiga mía cuando comenté que analizaba el discurrir de las personas al entrar y salir de los baños de la discoteca, lo relacionaba con el sistema sanguíneo, y con los patrones de relación sexual. Desde entonces procuro escribir más y hablar menos. Veamos una aplicación real en la que podéis inspiraros.

A principios de este año, en muchas de las tutorías y en algunos de los textos donde resumo los procedimientos y técnicas que aconsejo aplicar, hablaba del A-AB-ABC-ABCD para explicaros los movimientos cíclicos que pueden hacerse a la lo largo del aprendizaje de un tema. Con el tiempo, he notado que esto se aplica rígidamente y he pensado en explicarlo a través de una analogía, que de paso nos servirá para señalar otros fenómenos.

Hace muy poco que he comenzado a recibir clases de piano, y me he dado cuenta de las grandes similitudes entre tocar una pieza y aprender un tema. Centrándonos en esto del A-AB-ABC-ABCD os muestro en el vídeo que lo hago de forma natural, repasando las partes anteriores mientras avanzo en el aprendizaje de los últimos compases (apartados) de la pieza (tema).

Algunas de vosotras sois tan principiantes a la hora de trabajar un tema, como yo de leer lenguaje musical mientras toco con las dos manos el piano. Como yo necesito dividir la pieza en compases, trabajar las partes por separado, unirlas más tarde e ir haciendo repasos continuamente, corrigiendo los errores y subsanando las interferencias, vosotras debéis hacer lo mismo.

Otras similitudes entre dominios (Piano — Tema PIR)

  • La base de todos estos procesos es atencional, y estos son afectados por muchísimas variables. En los días que me hallo cansado, distraído, cometo muchos más errores y avanzo con mayor lentitud. Consumir varias horas al día de pantallas y exponeros a estímulos externos es de las pocas que podéis controlar.
  • En apariencia es posible aprender un tema de oídas, pero tocarlo (cantarlo en voz alta) te muestra todo lo que no habías aprendido del todo. La sensación de familiaridad que os dejan las clases es la misma que tengo yo con el tema cuando lo oigo bien tocado: ¡en realidad hay un abismo entre escucharlo y saber reproducirlo!
  • «No cometas el mismo error más de dos veces» es una de las frases de mi profesora. El aprendizaje libre de errores no se aplica siempre, pero cuando detectéis interferencias o lapsus procuramos solucionarlos y no cometerlos de nuevo (en el vídeo se ve como en la primera parte me falla la misma nota y me paro luego a subsanarlo localmente).
  • Repetición, pero inteligente. Evitaremos número de evocaciones cuanta más elaboración y procesamiento activo apliquemos al conocimiento. No es perder tiempo crear emergentes (reglas mnemotécnicas) personales que hagan de la repetición un mero auxilio del aprender. Repetiré menos si identifico los patrones (acordes) que se esparcen a lo largo de la pieza.
  • Alguien puede aprender la misma canción, incluso mejor que nosotros, habiendo cogido atajos que pagará en el futuro. Por ejemplo, yo he acabado tocando de memoria en lugar de leyendo, por lo que en las siguientes piezas tendré que redoblar mis esfuerzos para leer mientras toco. Se puede sacar plaza sin saber ninguno de estos fundamentos, sin saber explicarlos y sin poder aplicarlo a nuevas áreas de tu vida. Para algunos el examen PIR fue el fin, para mí simplemente el comienzo.
  • Los procedimientos cambian a medida que aumenta la pericia. Llevo años estudiando por mi cuenta, y no hago prácticamente nada de lo que explico —o lo hago en automático, o creo sistemas para los que ni estáis preparados ahora ni os son útiles para el examen PIR—. De la misma forma, los pianistas de verdad no necesitan hacer lo que veis que hago en el vídeo —no exactamente igual por lo menos—. Conozco muy pocos estudiantes de verdad.
  • Desconozco si mi profesora es la mejor del mundo, o si sigue el mejor método, pero lo que sé es que me compensa seguirla ciegamente a discutir o criticar algunas de sus decisiones, a comparar otros métodos, a tener varios profesores al mismo tiempo. Más información no es siempre mejor. Además, el ser realmente principiante me evita estas dudas, al que cree que sabe estudiar le puede doler hasta la guía más neutra y respetuosa del mundo. Los opositores que no tienen ninguno de estos problemas son aquellos que están en primeros cursos de Grado. A ellos no les hace falta fingir mente de principiante.
  • Acaban dándose sesiones de mantenimiento donde, por tiempo o energía, uno sólo alcanza a sostener el nivel de lo aprendido en la sesión pasada, y sesiones donde realmente avanzas. La peor sesión es la inexistente.
  • Existen motivos que se van repitiendo (en forma de acordes, o melodías similares, identificables), igual que se descubren esquemas de organización similares entre los diferentes temas. También se aplica al contenido: el motivo de la exposición, por decir uno, está salpicado por todo el temario.
  • Pasamos a la siguiente pieza aun sin haberla trabajado a la perfección, esto en realidad llevaría toda una vida. Pasamos al siguiente tema cuando creemos dominarlo a un nivel dado (nosotros, y sólo nosotros, marcamos ese criterio. Si lo tenemos, con la ayuda de nuestro tutor). Cuando en el futuro vuelva a esa pieza descubriré muchos otros matices a los que soy ciego en este momento. De hecho, ahora cuando vuelvo a los manuales después de mi aventura intelectual puedo afirmar lo siguiente: no sólo eran prescindibles, eran dañinos. No podéis saber en este momento si estoy en lo cierto o no.
  • Sin la automatización de algunos procesos me sería imposible tocar nada. Si quiero atender a la melodía (mano derecha), disfrutarla, añadiendo matices, debo tener todo lo demás muy automatizado. Una jornada de estudio no puede ser gratificante ni productiva sin procesos automatizados.
  • Sentido del ritmo y la oportunidad. Existen varios ritmos durante la oposición: el que se aplica a escala anual, marcado por la planificación; el de la semana, marcado por el horario semanal y el arte de alternar el otium y el negotium, y el que marca el estudiante cuando encara una unidad didáctica[2]. Metrónomo, figuras musicales, tempos. Sin ritmo es improbable llegar con éxito a una meta considerable a largo plazo. Con un mal ritmo, demasiado rápido o demasiado lento, y llegará a duras penas. Un poquito más lento, y uno no llega al éxtasis. Un poquito más rápido, y se agotará antes del anhelado paisaje desde la cima.
  • La relación última entre música, lenguaje y matemáticas no la descubriremos aquí. Tampoco la relación entre esos dominios y lo que nos evocan sentimentalmente. Sólo he de comentar que me resulta desalentador cómo los científicos de tuit toman lo simbólico (poesía, arte en general, religión, mitología ancestral y moderna, etc.) casi como algo tabú, mientras que los grandes pensadores (científicos algunos) navegan en esas aguas con toda fruición y naturalidad.

Hasta aquí la analogía. Podría hacer este ejercicio con múltiples dominios de los que tengo un mínimo conocimiento. Por ese mismo motivo puedo plantearme a mis 38 primaveras estudiar un idioma desde cero e ir a vivir y trabajar a un país extranjero como el que se plantea renovar su vestuario. Aprobar el examen PIR, estudiar varias carreras, de por sí, no te otorga esta confianza (le llaman autoeficacia). Es la conciencia clara de todos los elementos que te lo han permitido los que se extrapolan a los dominios, no el mero éxito en uno de ellos. Desde luego esto lo sé sin recurrir a cientos de artículos “científicos” que versan sobre el tema, y en los que nunca encontré nada parecido. Me faltarán vidas para llevar a cabo todo lo que deseo, y mi deseo tiene tantos límites como mi capacidad para aprender: ninguno.

Estudiantes coartados

Apenas sigo ningún procedimiento para escribir estos breves ensayos. Me siento a teclear en cuanto siento la presión de un manojo de ideas. Ahora, como escribo y leo sin parar, para textos más elaborados empleo muchísimos sistemas, en evolución constante todos ellos. Se produce la misma reacción entre las pocas personas a las que les he mostrado mi forma de crear: sorpresa paralizante, seguida de algunos comentarios jocosos sobre mi excentricidad al llevar a cabo semejante locura. Jamás, salvo una sola excepción, me han seguido preguntando sobre el cómo ni el porqué de hacerlo. ¿A qué se debe esto? Me niego a pensar que sólo se podrían interesar en estas cuestiones genios como yo. No. Me sigue pareciendo que vivo rodeado de estudiantes coartados, incapaces de una mínima curiosidad por los procesos mentales ajenos ni propios (de todo tipo), demasiado centrados en el próximo hito que les han diseñado desconocidos como para percatarse que pueden hacer lo que les plazca y como les plazca. Parecen no saber que pueden comprobar por ellos mismos todo cuanto se propongan, siempre que osen el proponerse algo en un inicio. Algo propio.


[1] No confundir con la Terapia Sistémica. Es un misterio que resiste toda explicación el hecho de que no asimilemos de una vez por todas que la(s) Psicología(s) modernas son un batiburrillo amorfo de los grandes problemas epistémicos y ontológicos tratados por gente mucho más seria que nosotros. Son los llamados con desdén, “filósofos”.

[2] La unidad didáctica representa la célula cancerígena del monstruo llamado Pedagogía.

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