Desarraigado y escéptico involuntario

Me vi obligado a hallar en mí mismo o en el gran libro del mundo la tarea de conducirme.

Decepcionado con los sistemas educativo, sanitario y con toda autoridad ajena a mí, sólo he encontrado alivio y compañía intelectual en escritos de personas muertas y en experiencias de transformación alejadas de todo convencionalismo.

El loco parecía ser yo.

Eso me convierte en un auténtico enfant terrible del acomodado, adaptado y un auténtico amigo para el sagaz, el valiente, el inconformista.

Mi renuncia a toda autoridad externa, nace de la desagradable experiencia de observar la cancelación cruzada de grandes pensadores e ideas, «grandes maestros que se restaban mutuamente entre ellos la autoridad».

Observando ahora con claridad las fantasmagorías que poseen a la gran mayoría de individuos (estado, ciencia, bienestar, ley), «fingí que todas las cosas que hasta entonces habían entrado en mi espíritu no eran más verdaderas que las ilusiones de mis sueños».

Contacta con el Fundador de correo electrónico: fundador@antiacademia.com

La Antiacademia

Es la expresión de mi espíritu, encarnada en un ámbito concreto: el aprender. En sentido amplio, la academia es una aberración institucionalizada pervertida por un afán de aplicar métodos sin principios a masas de personas. Poseídos por la evidencia, la ciencia y la colectividad impiden a las personas actuar como individuos (la individuación hay que ganársela).

Tanto el fundador como sus colaboradores han llegado a los mismos principios mucho antes de leerlos en papers, políticas gubernamentales o supuestos eruditos. La Antiacademia tampoco presenta estadísticas para mostrar su valor, no competimos en resultados grupales, para nosotros no tiene ningún sentido reducir a la persona a valores psicométricos.

El antialumno, por su parte, se rebela, pensando y decidiendo por sí mismo. El antialumno se reconoce único, diferente, y demanda ayuda temporal —en el fondo la detesta, ansía autodeterminación.

La Antiacademia toma de aquí y de allá, a su antojo, sin comprometerse del todo con un sistema o una idea. El banco de pruebas soy Yo y nada más. Por ejemplo, consulta los avances científicos, pero no son su guía principal sino una forma más de verificación.

 

¿Por qué Cisne Negro?

El pensador contemporáneo Nassim Taleb desarrolló con su teoría del cisne negro algunas de las ideas expuestas por Hume y Russell acerca del problema de la inducción. La teoría intenta denunciar a través de una metáfora las dificultades que tenemos para predecir sucesos sorpresivos, con gran impacto sistémico, y la tendencia a explicarlos a posteriori mediante narrativas oportunistas.

También en un sentido metafórico, el antialumno que logra superar un reto como el de una oposición, desde su perspectiva (nunca la del sistema, pues es claramente predecible que haya aprobados cada año), es un cisne negro.

La Antiacademia acompaña a cisnes negros potenciales y sospecha de todo testimonio de personas con plaza —se comportan como todo economista que sabe explicar perfectamente los factores de una crisis mundial, pero es incapaz de predecirla.

La muerte de Dios fue anunciada por Hegel, Mainländer, Sade, Stirner, Nietzsche… pero lo sagrado, inherente a la estructura constitutiva de toda persona, sobrevive insistente en muchos de los actos supuestamente profanos.

A falta de mitologías prestadas, la Antiacademia creará su propio conjunto de mitos, personificados en pensadores o símbolos con los que se identifica (siempre parcialmente). A esto nos referiremos como padrinos.

Padrinos de la Antiacademia

Isaac Asimov

«Estoy convencido de que el aprendizaje autodidacta es el único aprendizaje válido»

Nassim Taleb

«No deja de ser desconcertante que las personas que más nos han beneficiado no sean las que han intentado ayudarnos, sino las que más han intentado perjudicarnos en vano. Es desagradable pensar que la crueldad sea un motor de la mejora»

René Descartes

«El que aprende de otro una cosa, no es posible que la conciba y la haga suya tan plenamente como el que la inventa»

José Ortega y Gasset

«No les dé vergüenza ignorar una cosa elemental. Todos ignoramos cosas elementales que está harto de saber nuestro vecino. Lo vergonzoso no es nunca ignorar una cosa, sino no querer saberla, resistirse a averiguar algo cuando la ocasión se ofrece. Pero esa resistencia no la ofrece nunca el ignorante, sino, al revés, el que cree saber.»

Max Stirner

«El Estado llama ley a su propia violencia y crimen a la del individuo»

Henry David Thoreau

«Cualquier hombre que tenga más razón que sus prójimos ya constituye una mayoría de uno»

Friedrich Nietzsche

«La objeción, la travesura, la desconfianza jovial, el gusto por la burla son indicios de salud: todo lo incondicional pertenece a la patología»